“(…)Una es más auténtica mientras más se parece a
lo que ha soñado de sí misma(…)”
La Agrado en “Todo sobre mi Madre”.
A priori el travestismo es un medio artístico visual en el que el artista no necesita decir nada. Puede metamorfosearse en lo que quiera y mimetizarse con lo que quiera dentro de los confines del mundo ficticio y real. Tras un largo y permanente aprendizaje, el artista transgénero ha tomado conciencia de su campo de acción y ha aprendido a convertir su extrañeza y diferencia en un médium bastante valioso. Mientras que muchos prefieren ocultarse bajo la presión de su propia diferencia, el transformista descubre que al reafirmar su extrañeza adquiere poder y genera respeto, advierte el poder de la forma humana y la exaltación que acompaña el culto del cuerpo.
El ademán o actitud que adopta el transformista en su quehacer le otorga un poder de deslumbramiento y le concede siquiera un par de minutos de atención. Esta actitud por coherente y concertada que sea, no es simple. Se organiza en una unidad compleja, una nueva sensibilidad ante la coyuntura social, una nueva forma de reacción frente a la moral civil y otras formas autoritarias de constreñimiento social. En este sentido, las Teorías Queer juegan un papel preponderante en esta práctica pues promueven una investigación de los paradigmas de tolerancia sexual y cultural establecidos por la sociedad. Esta actitud desafiante y liberadora deviene en una incursión en el adormecido y monolítico consenso social y quebranta los condicionamientos reales y supuestos.
La transgresión del género es aquella causa del tabú a la que el cuerpo público se enfrenta y establece su oposición potencial pues el hecho de revalidar un conjunto de comportamientos y códigos de un grupo segregado y marginado que integra una “otredad sexual”, en este caso, los transgéneros, travestis y transformistas (prácticas consideradas social e institucionalmente como marginales o periféricas) pone en tela de juicio las normas, los valores y los condicionamientos del status imperante generando aceptación o rechazo.
El carácter explorador y transformacional del travestismo configura a sus practicantes como individuos sociales postmodernos que no están dispuestos a satisfacer las exigencias y obligaciones del poder establecido. Se convierte así en una manifiesta crítica social que sirve para analizar las dominantes sociológicas mediante la provocación y el desenfado.
Las Teorías Queer reflejan lo que ocurre en la calle, son teorías narrativas de fenómenos socioculturales que ocurren en todas partes pero que a su vez, no por cotidiano, se trata de algo que la sociedad tiene asumido. Hablamos de género para superar estas rígidas categorías consideradas esenciales (masculino / femenino), para atacar estos antagonismos binarios, para explorar cómo esas convenciones se han codificado y se ha creado todo un imaginario y un mundo simbólico en torno a ellas. Un mundo que se ha querido esencial, universal y monolítico por la hegemonía de la norma heterosexual.
El travestismo como práctica de acción / reacción acoge el concepto de identidad “mutante” y rompe con el determinismo identitario dando por sentado la inexistencia de complejos y traumas, combatiendo la censura sexual y yendo más allá de las políticas de igualdad. Su cometido es lograr un acercamiento transversal a los dispositivos sociales de sumisión y dominio. Esta práctica se fundamenta en la resistencia de una estética subversiva que busca subvertir las normas sociales y las estructuras de poder.
No importa que la performance de un transformista alcance niveles profanos, hiperactivos o de sexualidad explícita, el móvil vital es que el espectador se vea enfrentado con sus propios cuestionamientos morales convencionales. Por ejemplo, el performer al personificar un icono femenino está revelando vía su acción esa categoría de hombres que han escudriñado las escenas de filmes famosos prácticamente desde siempre, manufacturando ideales sublimes de lo femenino a través de la repetición, imitación y el acuerdo tácito subcultural (camp) y llegando a re-crear versiones auténticas de mujeres famosas. Podemos inferir entonces que la feminidad puede utilizarse como medio de liberación personal al tomar el control de los accesorios femeninos de manos de la sociedad opresora y lograr así un método de alcanzar una sensación de bienestar personal.
Muchos quedarían maravillados ante la diversidad existente en el siempre cambiante ecosistema de la escena travesti urbana. Existen subespecies varias por descubrir y diseños que cambian con la estación y el estado de ánimo. Este proceso creativo no es nuevo, es tan antiguo como la historia misma y mantiene desde entonces su propio lenguaje, iconografía, jerga particular y con el transcurso del tiempo ha sabido desarrollar sus propios lineamientos o discursos de acción política, social y cultural. Podemos concluir afirmando que el transgénero como ente postmoderno es un sujeto-creador y a la vez objeto de su propia creación.
Héctor Acuña, 2007
1 comentario:
Interesante articulo. Escribi algo relacoionado al tema en mi blog.
Por si le interesa a alguno:
http://tonteriasyotrascosas.blogspot.com/2010/11/el-caso-del-travesti.html
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