Esculturas Un acercamiento a la sensualidad estructural
Generar una línea esencial para comprender los trabajos escultóricos de Dante García sería elucubrar acerca de las fuerzas que gravitan y circundan la dualidad, dualidad que posee en concreto en este caso todo cuanto yace en materia. Como signo de presagio subyugante se encuentran algunas formas enraizadas, a manera de cura, como la mandrágora blanca; a manera de ejercer fuerza, un cambio producto de la transposición del ejercicio dinámico. Estas estructuras llenas de movimiento, de sensualidad implícita evoca un crecimiento certero como en busca de la luz (a veces las formas se disgregan en contornos horizontales para luego en otras piezas asumir una condición aérea propia del emerger).
Tal vez la búsqueda imperecedera de la tierra, del sugerir a partir de la vida, no solo del material dispuesto, sino mas bien como ente orgánico. No poseer una figuración en las formas podría sugerir una difícil descodificación, sin embargo, aquella libertad nos invita libremente a comprender el carácter dinámico del trabajo. De cómo las piezas estructuralmente limpias y prístinas concatenan de manera armoniosa, proyectando el camino infinito de su condición suntuosa, amalgamando la textura sumamente lograda en ciertas piezas, propiciadas para tales fines como si los que las formaran fuesen diminutos animales dispuestos para tales resultados. En suma, sugerir es la mejor forma de encontrar si es que se requiere así las respuestas a dichas singularidades, que inmersos en este universo de lenguaje puedan propiciar de manera desinteresada el complemento a la evocación final, de todas estas formas que moldean de sobremanera los contornos y el centro de un fin que concluye como ente regulador y sugerentemente sin lugar a duda de manera eroscópica.
Pablo Villaizán
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