SIETE ARTISTAS PERUANOS DIALOGAN CON EL CLÁSICO DEL MAESTRO JAPONÉS JUNICHIRO TANIZAKI
Escrito entre los años 1933 y 1934, el ensayo del novelista japonés significó para Occidente un hito en la comprensión de la cosmovisión japonesa y para la cultura oriental un alegato poderoso de resistencia y autonomía. Siete artistas reunidos bajo su estela interpretan sus hallazgos en la sala de la Galería Yvonne Sanguineti en Barranco.
Escrito entre los años 1933 y 1934, el ensayo del novelista japonés significó para Occidente un hito en la comprensión de la cosmovisión japonesa y para la cultura oriental un alegato poderoso de resistencia y autonomía. Siete artistas reunidos bajo su estela interpretan sus hallazgos en la sala de la Galería Yvonne Sanguineti en Barranco.
Por Jeremías Gamboa
Para nosotros, herederos de toda la tradición de Occidente, los grandes relatos de la modernidad -y con ellos el consabido mito del progreso- han estado inevitablemente asociados a la imagen de una irrestricta iluminación. El Siglo de las Luces o el Iluminismo como espacios antagónicos al llamado oscurantismo medieval dejan muy claro el sentido en que nuestra cultura ha internalizado la necesidad de la luz como correlato y acaso garantía de conocimiento. El mundo de las sombras, por consiguiente, fue aherrojado de nuestra cosmovisión y de nuestros hábitos. Como señala el escritor Junichiro Tanizaki en El Elogio de la sombra, los occidentales, siempre al acecho del progreso, "se agitan sin cesar persiguiendo una condición mejor a la actual. Buscan siempre más claridad y se la han arreglado para pasar de la vela a la lámpara de petróleo, del petróleo a la luz de gas, del gas a la luz eléctrica, hasta acabar con el menor resquicio, con el menor refugio de la sombra". A este estado de cosas, lo que podríamos nombrar "el imperio de las luces", el novelista japonés opone una apología de precisamente aquello que ha sido proscrito por Occidente y que, además, es uno de los pilares de la civilización a la que él pertenece: el imperio de las sombras.
El pequeño ensayo fue escrito en el periodo de entreguerras, y de alguna manera presagia la derrota militar del Japón en la Segunda Guerra mundial. El autor de las futuras obras Hay quien prefiere las ortigas (1955) o Las hermanas Makioka (1957) escribe desde la urgencia de una cultura que parece ceder posiciones frente al avance incontenible de los valores de Occidente. Su libro, una defensa de altos tonos líricos y por momentos parpadeante del culto de las sombras en los más variados campos culturales de la tradición japonesa -la arquitectura y la decoración, la gastronomía y las artes escénicas, la valoración de la belleza femenina-, establece una serie de dicotomías entre el elogio de la transparencia occidental y la detenida valoración oriental de las penumbras.Muy pronto la pátina y las sombras, la mancha y el registro del paso del tiempo, del desgaste o lo que Tanizaki denomina "el lustre de la mano"; es decir, los índices de aquello que representa continuidad y tradición frente a la rendición ante lo nuevo y reluciente de Occidente terminan enhebrando buena parte del hermoso y nostálgico texto de Tanizaki. Ya sobre el final del ensayo, el autor parece claudicar ante la irrefrenable avalancha de Occidente; sin embargo, entiende que es en la "literatura" en donde "ese universos de sombras" puede aun tener una morada. Para ello, arguye, será necesario entender la escritura como un edificio en el que será preciso "oscurecer sus paredes, hundir en la sombra lo que es demasiado visible y eliminar cualquier adorno superfluo".Una vez más el campo de las artes, del mismo modo que el to ko no ma, ese espacio de la casa japonesa destinado a aguardar objetos precioso de la luz que todo lo devela y empobrece, resulta el espacio de resguardo de aquello que está vedado porque es incomprensible, íntimo o secreto.
A LA SOMBRA DE TANIZAKI"Me pareció que el tema del libro era plástico", dice la escultora Nani Cárdenas, quien leyó el ensayo durante un viaje y encontró en él el centro de reflexión de sus propios procesos en artes plásticas. "Encontré no solo afinidad con mi trabajo, sino en el de otros artistas amigos interesados en indagar en las sombras, en el universo oriental y en esa perspectiva de las cosas a partir del alma de estas, de lo que no está dicho o iluminado". Atizada por el texto, se lo recomendó a la galerista Ivonne Sanguineti, y con ella urdió la idea de unir a un grupo de artistas bajo los alcances que rigen el opúsculo de Tanizaki. Pronto la escultora japonesa Michiko Aoki y Rhony Alhalel, quien ha vivido muchos años en Japón, se unieron a la idea. A ellos se sumaron Tania Bedriñana, Jorge Castilla Bambarén, Roberto Cores y Mariana Riveros. El resultado de este trabajo se podrá apreciar en la sala de Ivonne Sanguineti a partir del jueves 16 de agosto. Alhalel recuerda haber leído el texto en el idioma original y en el Japón, como parte de sus tareas para aprender el idioma. En esta muestra él participa con dos imágenes que son caligrafías, "Penetración" y "Sueño", tintas y óleo sobre papel ejecutadas con la técnica aprendida en su estadía en Asia.El caso de Mariana Riveros es distinto: leyó el texto en el instituto en que estudió artes. "Estaba trabajando con el tema del recuerdo y la memoria. Y me encontré con la conexión allí", dice. "El libro postula que al estar un objeto en la sombra no lo puedes percibir completamente y encuentro que la memoria funciona de una manera similar; yo tenia un video familiar de hace treinta años en el que por un accidente había filmaciones varias filmaciones, una sobre otra".La construcción del recuerdo, entonces, es como un objeto oscurecido por diversas pátinas, en este caso por sucesivas filmaciones. Riveros trabajó una pieza especialmente para esta muestra; un cuadro resuelto mediante la superposición de las imágenes de esos videos.El caso de Roberto Cores es muy distinto. A diferencia del de Alhalel y el de Aoki, que han estado siempre muy familiarizados con el texto de Tanizaki, él fue invitado a la muestra pese a que nunca había leído el ensayo. Su participación de justifica por las conexiones de sus fotografías con ciertos alcances del libro. "No me resulta ajeno el modo en que el autor vive la sombra y no la falta de luz, sino esta otra luz", señala Cores; "hay unos detalles que toman relieve, relevancia, y se vuelven destacados dentro de esta "falta de luz" que puede ser entendida como la verdadera luz". Sin duda la imagen tomada de su muestra "Pequeñas miradas; paseo chalaco", y que toma como punto de partida construcciones de graffiti para reformularlas a través de una nueva mirada amplificadora, se puede entender como otra forma de colocar los objetos en una nueva luz. De alguna manera estas fotos como los caligramas de Alhalel o la escultura de Aoki manifiestan diferentes niveles de interpretación de la categoría "sombra" y de lo que ella implica. Ello revela, antes que nada, el poder sugerente de un libro que después de más de setenta años de escrito, sigue motivando a artistas a hurgar en aquello que parece resistirse a la luz aplanadora del mundo del conocimiento occidental.
Para nosotros, herederos de toda la tradición de Occidente, los grandes relatos de la modernidad -y con ellos el consabido mito del progreso- han estado inevitablemente asociados a la imagen de una irrestricta iluminación. El Siglo de las Luces o el Iluminismo como espacios antagónicos al llamado oscurantismo medieval dejan muy claro el sentido en que nuestra cultura ha internalizado la necesidad de la luz como correlato y acaso garantía de conocimiento. El mundo de las sombras, por consiguiente, fue aherrojado de nuestra cosmovisión y de nuestros hábitos. Como señala el escritor Junichiro Tanizaki en El Elogio de la sombra, los occidentales, siempre al acecho del progreso, "se agitan sin cesar persiguiendo una condición mejor a la actual. Buscan siempre más claridad y se la han arreglado para pasar de la vela a la lámpara de petróleo, del petróleo a la luz de gas, del gas a la luz eléctrica, hasta acabar con el menor resquicio, con el menor refugio de la sombra". A este estado de cosas, lo que podríamos nombrar "el imperio de las luces", el novelista japonés opone una apología de precisamente aquello que ha sido proscrito por Occidente y que, además, es uno de los pilares de la civilización a la que él pertenece: el imperio de las sombras.
El pequeño ensayo fue escrito en el periodo de entreguerras, y de alguna manera presagia la derrota militar del Japón en la Segunda Guerra mundial. El autor de las futuras obras Hay quien prefiere las ortigas (1955) o Las hermanas Makioka (1957) escribe desde la urgencia de una cultura que parece ceder posiciones frente al avance incontenible de los valores de Occidente. Su libro, una defensa de altos tonos líricos y por momentos parpadeante del culto de las sombras en los más variados campos culturales de la tradición japonesa -la arquitectura y la decoración, la gastronomía y las artes escénicas, la valoración de la belleza femenina-, establece una serie de dicotomías entre el elogio de la transparencia occidental y la detenida valoración oriental de las penumbras.Muy pronto la pátina y las sombras, la mancha y el registro del paso del tiempo, del desgaste o lo que Tanizaki denomina "el lustre de la mano"; es decir, los índices de aquello que representa continuidad y tradición frente a la rendición ante lo nuevo y reluciente de Occidente terminan enhebrando buena parte del hermoso y nostálgico texto de Tanizaki. Ya sobre el final del ensayo, el autor parece claudicar ante la irrefrenable avalancha de Occidente; sin embargo, entiende que es en la "literatura" en donde "ese universos de sombras" puede aun tener una morada. Para ello, arguye, será necesario entender la escritura como un edificio en el que será preciso "oscurecer sus paredes, hundir en la sombra lo que es demasiado visible y eliminar cualquier adorno superfluo".Una vez más el campo de las artes, del mismo modo que el to ko no ma, ese espacio de la casa japonesa destinado a aguardar objetos precioso de la luz que todo lo devela y empobrece, resulta el espacio de resguardo de aquello que está vedado porque es incomprensible, íntimo o secreto.
A LA SOMBRA DE TANIZAKI"Me pareció que el tema del libro era plástico", dice la escultora Nani Cárdenas, quien leyó el ensayo durante un viaje y encontró en él el centro de reflexión de sus propios procesos en artes plásticas. "Encontré no solo afinidad con mi trabajo, sino en el de otros artistas amigos interesados en indagar en las sombras, en el universo oriental y en esa perspectiva de las cosas a partir del alma de estas, de lo que no está dicho o iluminado". Atizada por el texto, se lo recomendó a la galerista Ivonne Sanguineti, y con ella urdió la idea de unir a un grupo de artistas bajo los alcances que rigen el opúsculo de Tanizaki. Pronto la escultora japonesa Michiko Aoki y Rhony Alhalel, quien ha vivido muchos años en Japón, se unieron a la idea. A ellos se sumaron Tania Bedriñana, Jorge Castilla Bambarén, Roberto Cores y Mariana Riveros. El resultado de este trabajo se podrá apreciar en la sala de Ivonne Sanguineti a partir del jueves 16 de agosto. Alhalel recuerda haber leído el texto en el idioma original y en el Japón, como parte de sus tareas para aprender el idioma. En esta muestra él participa con dos imágenes que son caligrafías, "Penetración" y "Sueño", tintas y óleo sobre papel ejecutadas con la técnica aprendida en su estadía en Asia.El caso de Mariana Riveros es distinto: leyó el texto en el instituto en que estudió artes. "Estaba trabajando con el tema del recuerdo y la memoria. Y me encontré con la conexión allí", dice. "El libro postula que al estar un objeto en la sombra no lo puedes percibir completamente y encuentro que la memoria funciona de una manera similar; yo tenia un video familiar de hace treinta años en el que por un accidente había filmaciones varias filmaciones, una sobre otra".La construcción del recuerdo, entonces, es como un objeto oscurecido por diversas pátinas, en este caso por sucesivas filmaciones. Riveros trabajó una pieza especialmente para esta muestra; un cuadro resuelto mediante la superposición de las imágenes de esos videos.El caso de Roberto Cores es muy distinto. A diferencia del de Alhalel y el de Aoki, que han estado siempre muy familiarizados con el texto de Tanizaki, él fue invitado a la muestra pese a que nunca había leído el ensayo. Su participación de justifica por las conexiones de sus fotografías con ciertos alcances del libro. "No me resulta ajeno el modo en que el autor vive la sombra y no la falta de luz, sino esta otra luz", señala Cores; "hay unos detalles que toman relieve, relevancia, y se vuelven destacados dentro de esta "falta de luz" que puede ser entendida como la verdadera luz". Sin duda la imagen tomada de su muestra "Pequeñas miradas; paseo chalaco", y que toma como punto de partida construcciones de graffiti para reformularlas a través de una nueva mirada amplificadora, se puede entender como otra forma de colocar los objetos en una nueva luz. De alguna manera estas fotos como los caligramas de Alhalel o la escultura de Aoki manifiestan diferentes niveles de interpretación de la categoría "sombra" y de lo que ella implica. Ello revela, antes que nada, el poder sugerente de un libro que después de más de setenta años de escrito, sigue motivando a artistas a hurgar en aquello que parece resistirse a la luz aplanadora del mundo del conocimiento occidental.
RECUADRO. EL TOKO NO MA Y EL MISTERIO" Yo mismo, cuando era niño, si aventuraba una mirada al fondo del toko no ma de un salón o de una biblioteca adonde nunca llega la luz del sol, no podía evitar una indefinible aprensión, un estremecimiento. Entonces, ¿dónde reside la clave del misterio? Pues bien, voy a traicionar el secreto: mirándolo bien no es sino la magia de la sombra; expulsad esa sombra producida por todos esos recovecos y el toko no ma enseguida recuperará su realidad trivial de espacio vacío y desnudo. Porque ahí es donde nuestros antepasados han demostrado ser geniales: a ese universo de sombras, que ha sido deliberadamente creado delimitando un nuevo espacio rigurosamente vacío, han sabido conferirle una cualidad estetica superior a la de cualquier fresco y decorado".
Publicado en el Diario El Comercio edición 12 de agostode 2007
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