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PABELLON URUGUAYO en la 53ª Bienal de Arte de Venecia

El guión curatorial busca reflejar las vertientes significativas en las artes visuales contemporáneas del Uruguay. Ofrecer de manera prismática su variedad inherente, fundando líneas que involucren desde el hacer manual al empleo de recursos tecnológicos, relatos que se ubiquen en territorios fronterizos entre lo identitario, lo local y lo global, De esa manera se prevé una utilización no sólo interna del Pabellón uruguayo sino también del espacio exterior, concretamente, la escalinata de acceso. Al mismo tiempo se tuvo especial cuidado en atender aquellas producciones visuales que apostasen a una estética de riesgo.

RAQUEL BESSIO – “La Tierra Prometida (te quiero mucho, poquito y nada)”. La obra de Raquel Bessio alude a valores míticos propios del país y de la región. En el Uruguay, se tiene la sensación de un apocado aislamiento. Esa sensación se proyecta en los comportamientos colectivos y en una actitud hacia lo exterior. La presunta “tierra prometida” termina siendo territorio compartimentado, gris, oscuramente metálico. El encajonado carcome certezas y voluntades, proceso que las piezas de la obra, al oxidarse, irán sufriendo. En el proceso logra autonomía, se vuelve inmanejable.
JUAN BURGOS – “Ciudades (Nuestro amor & Déjeuner sur l’herbe)”. Juan Burgos amplifica los apocalipsis urbanos que proliferan en la cotidianidad. Parte de un libro infantil, y desde él va creciendo un collage delirante. En sus puestas en escena, todo es posible. Con asombrosa destreza, recorta, pega, fotocopia digitalmente, y vuelve a fotocopiar, logrando un alucinante encaje escenográfico. En ese imaginario, entre un nutrido elenco, aparecen elementos icónicos del imaginario nacional.
PABLO URIBE – “Atardecer”. Pablo Uribe concreta un falso documental. De paso, delibera sobre el juego entre realidad y ficción, sobre representación en la representación. Un hombre de camisa blanca imita sonidos diurnos de animales autóctonos. En otra pantalla, con camisa celeste y en pose idéntica, emite sonidos nocturnos de otros animales. En esa polifonía visual y sonora, se gesta el conflicto binario de nítidos opuestos.
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